El gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, se pronunció enérgicamente contra el operativo de seguridad desplegado alrededor del Congreso, calificando la represión como «feroz, ilegal y premeditada». Cerca de la medianoche, el mandatario expresó su solidaridad con Pablo Grillo, el fotógrafo que se encuentra gravemente herido tras recibir un impacto de un cartucho de gas lacrimógeno, y exigió un límite urgente al «desenfreno autoritario».
«La represión que se vivió hoy fue completamente feroz, ilegal y premeditada. Una descarga de violencia sobre jubilados y ciudadanos que protestaban contra el ajuste», afirmó Kicillof en sus redes sociales. El referente de Movimiento Derecho al Futuro subrayó que lo ocurrido representa «un atentado contra derechos esenciales de la democracia», en una crítica que también conecta con el reciente intento de intervención de la Provincia de Buenos Aires insinuado por el presidente Javier Milei.
Kicillof también cuestionó el relato oficial del gobierno nacional. «Mientras un fotógrafo lucha por su vida, los voceros del gobierno mienten, justifican la violencia y difunden el odio. Hay que ponerle un límite urgente a este desenfreno autoritario», concluyó en su mensaje publicado en la plataforma X (antes Twitter).

Repudio generalizado y llamado a medidas de fuerza
La represión alrededor del Congreso generó un amplio repudio de diversos sectores políticos, sociales y sindicales. Las centrales obreras, incluida la CGT, responsabilizaron al gobierno de Milei y a la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, por el accionar policial. En un comunicado titulado «La vergonzosa violencia de un gobierno nacional autoritario», la CGT no descartó la posibilidad de tomar medidas de fuerza en respuesta a lo ocurrido.
El incidente ha reavivado el debate sobre el uso de la fuerza en manifestaciones públicas y ha puesto en evidencia las tensiones entre el gobierno nacional y la oposición, en un contexto de creciente malestar social por las políticas de ajuste. La situación de Pablo Grillo, quien lucha por su vida, se ha convertido en un símbolo de la violencia desatada y ha intensificado los reclamos por una respuesta contundente frente a lo que muchos consideran un avance autoritario.